jueves, 28 de junio de 2012

¿GEOGLIFOS EN PANDO? | Vestigios de una civilización de 10.000 años en el Acre

Líneas cruzadas con figuras geométricas, vistas desde el aire, como las de Nazca.

Los geoglifos son grandes figuras en la tierra, como las famosas líneas de Nazca en el Perú, que se pueden ver desde el cielo. Con más de 10 mil años de antigüedad, una serie de 20 de estos dibujos fueron hallados en la selva amazónica de Brasil, lo que lleva a 300 el número de estos hallazgos en todo el Acre brasileño abarcando un territorio que incluye los departamentos de Pando y Beni en Bolivia, donde existen yacimientos arqueológicos investigados por la Universidad Mayor de San Simón (Umss) de Cochabamba. Se afianza la tesis que las etnias amazónicas Arawak y Tacana tuvieron contactos con el imperio andino de los Incas…


redacción Sol de Pando
fotos Diego Gurgel

Un grupo de investigadores descubrió en Brasil 20 geoglifos atribuidos a antiguos pueblos desconocidos y cuya presencia aumenta a más de 300 el número de esas formas geométricas en el suelo de la Amazonia Occidental. 

Los geoglifos son estructuras arqueológicas que presentan diversas figuras (líneas, cuadrados, círculos, animales y hasta formas humanas) y se encuentran en diversos países. En Brasil se tornaron visibles luego de la tala de bosques en la región del estado de Acre. 
Irónicamente, la creciente deforestación de los bosques amazónicos va haciendo posible el descubrimiento de estos vestigios de antiguas civilizaciones en el Acre.
El hallazgo se produjo mientras sobrevolaban una región comprendida entre los estados de Acre y Amazonas y las formaciones se encuentran principalmente en el extremo de mesetas en los valles de los afluentes al sudeste del río Purus. 
Algunos geoglifos datan de aproximadamente diez mil años de antigüedad. Los primeros hallazgos en Acre resultaron de exploraciones arqueológicas realizadas a fines de la década del 70. Estas figuras —ovaladas, rectangulares, circulares o en forma de ”U”—  tienen un diámetro de 90 a 350 metros. En su contorno, existen murallas y fosos, cuya profundidad oscila entre uno y siete metros.
Imágenes exclusivas
El gigantesco descubrimiento se produjo entre
las carreteras BR-317 y BR-364 que atraviesan
los estados brasileños de Acre y Amazonas.
El Blog de Amazônia que administra el periodista Altino Machado, obtuvo con exclusividad dos imágenes del nuevo hallazgo de esas formaciones. La primera es de un geoglifo que los investigadores consideran "complejo", pues presenta caminos paralelos, delimitados por muros. Esta formación se encuentra aproximadamente a 20 kilómetros de Boca do Acre (Amazonia, en la ribera derecha del río Purus). 
La segunda imagen es de un geoglifo cuadrado doble, al costado derecho de la ruta BR-317, cerca de la frontera entre Acre y Amazonas, donde se observa una figura formada por marcas en la vegetación y árboles de castaño secos aunque todavía de pie.
El descubrimiento, registrado la semana pasada, ocurre 10 días antes de un simposio internacional de arqueología que celebrará los 35 años de los primeros hallazgos de geoglifos. 
El seminario reúne a investigadores de Brasil, Finlandia, España, Inglaterra, Escocia y Estados Unidos. Los estudiosos expondrán los resultados de sus exploraciones sobre presencia humana en la región desde hace 2.000 años, además de aspectos científicos, culturales y legales (con particular interés en la preservación del patrimonio histórico del legado) y turísticos. 
Mediciones de radiocarbono indican que la ocupación de los geoglifos ocurrió entre 2.000 y 700 años antes del presente y que "la construcción de esas figuras geométricas pudo haber sido un fenómeno regional común de los pueblos Arawak y Tacana, que los habrían usado para reuniones, actividades religiosas y en algunos casos como lugar de residencia". 
Científicos reunidos
El geógrafo brasileño Alceu Ranzi, uno de los
científicos que participó en el descubrimiento.
Los estudios sobre geoglifos son llevados adelante por la arqueóloga Denise Schaan (Universidad Federal de Pará), Martti Pärssinen (Instituto Iberoamericano de Finlandia) Sanna Saunaluoma (Universidad de Helsinki), Alceu Ranzi (Universidad Federal de Acre), Miriam Bueno (Universidad Federal de Goiás) y Antonia Barbosa (Universidad Federal de Pará). 
El "II Simposio Internacional de Arqueología de la Amazonia Occidental – Geoglifos de Acre – 35 Años de Hallazgos" homenajeará a Ondemar Ferreira Dias Jr. y Franklin Levy, los dos arqueólogo que descubrieron los primeros geoglifos en Acre, durante una expedición de 1977. 
En aquella oportunidad, el estudiante de Geografía de la Universidad Federal do Acre, Alceu Ranzi, trabajó como auxiliar de campo. En 1986 Ranzi volvió a maravillarse por los geoglifos al observar desde la ventanilla de un avión las formas geométricas trazadas en el suelo de una hacienda que había reemplazado la forestación original por pasto.
El relato de Ondemar Ferreira Dias Jr., Franklin Levy y Alceu Ranzi —"As primeiras pesquisas arqueológicas no Acre"— abrió el simposio iniciado el miércoles y que concluirá el 30 de junio en el Centro Cultural del Tribunal de Justicia, en Rio Branco, capital del Estado de Acre.
La civilización amazónica
El científico finlandés Martti Pärssinen
dirige el equipo multinacional que
profundiza el re-descubrimiento del Acre.
Según la periodista finlandesa Kirsi Cheas que cubrió los hallazgos científicos de su compatriota Martti Pärssinen en la Amazonia brasileña y boliviana, hasta ahora los investigadores habían tenido la convicción de que en la época precolombina, la Amazonía occidental presentaba muy pocas señales de población y civilización.
Sin embargo, los últimos estudios ponen en evidencia que, durante siglos, la Amazonía occidental fue el hogar de varios pueblos estructurados y de gran tamaño.
Todavía no se ha podido averiguar con certeza cuál era el significado de los geoglifos descubiertos en el Acre. ”Es probable que los fosos hayan sido utilizados como reservas de agua para productos básicos, como pescado, tortugas y almejas. Las murallas podrían haber desempeñado un papel defensivo, también”, destaca el profesor Martti Pärssinen, director del proyecto.
 “En todo caso, es raro que los fosos fueran emplazados en la parte interior de las murallas. Se supone que si los muros hubieran tenido una función netamente defensiva, los fosos deberían haber sido construidos en su parte exterior, deteniendo la llegada del enemigo hasta la muralla”, afirma Pärssinen.
Acre, Rondonia, Beni y Pando
Un geoglifo en Capixaba, en la cuenca del Abuná que Brasil comparte con Bolivia.
El descubrimiento se expande sobre 1.000 kilómetros que abarcan Pando y Beni.
De acuerdo con las estimaciones del equipo de investigación de Pärssinen, los geoglifos cubrirían un área de unos 1.000 kilómetros, desde los estados de Acre y Rondonia en Brazil hasta la región meridional de Pando y Beni en Bolivia.
“Los geoglifos que hemos descubierto hasta ahora, más de 150, representarían menos de un diez por ciento de la cantidad total”, afirma Denise Schaan sobre los hallazgos de su equipo.
Algunas de las figuras recientemente descubiertas en la selva de Beni en Bolivia tienen una extensión de hasta un kilómetro y una profundidad de diez metros. Según el geólogo y paleontólogo, el Doctor Alceu Ranzi estas enormes figuras se parecen a las famosas líneas de Nazca en la costa del Perú, cuya forma se aprecia con mayor facilidad desde el aire.
La arqueóloga Denise Schaan.
“Los geoglifos de la Amazonía son tan importantes como los de Nazca. Pero a pesar de haber sido descubiertos hace más de veinte años, nadie ha sabido nunca nada de ellos”, aclara Ranzi, el investigador brasileño que forma parte del equipo de Pärssinen y Schaan.
Ranzi estuvo presente en 1977 cuando los primeros geoglifos fueron revelados de debajo de la densa selva en el estado de Acre en el Brasil occidental. En esa época se produjo la tala de una parte de la selva amazónica cuyo terreno sería usado para el ganado. El público internacional dirigió toda su atención hacia la devastación de la sensible y singular vegetación existente, haciendo caso omiso a los hallazgos arqueológicos. El Programa Nacional de Estudios Arqueológicos de la Amazonía no publicó su hallazgo hasta 11 años después. Ranzi asimismo no retomó su estudio hasta 1999, año en el que durante un vuelo a Rio Branco volvió a avistar los geoglifos desde el aire.
Una vez comenzados los estudios, dieron buenos resultados. “En un año descubrimos docenas de geoglifos”, Ranzi relató a la revista Science, que dedicó un artículo a este hallazgo en agosto de 2008.
Los hallazgos de Riberalta
El yacimiento arqueológico de Las
Piedras, entre Riberalta y Pando .
La colaboración brasileño-finlandesa comenzó en el año 2002, cuando la Universidad de Acre invitó al profesor Martti Pärssinen a examinar los geoglifos hallados por el equipo de Ranzi. En aquel entonces, Pärssinen se encontraba en la parte oriental de Bolivia, buscando huellas de la presencia de los incas en la selva.
En su tesis doctoral, publicada en 1992, Pärssinen demostró que los incas habían llegado a áreas hacia el Este mucho más alejadas de lo que los investigadores habían pensado anteriormente. En 1997, Pärssinen y el ya desaparecido Doctor Ari Siiriäinen, profesor de arqueología de la Universidad de Helsinki, descubrieron una fortaleza incaica conocida por el nombre de Las Piedras, próxima al pueblo de Riberalta (colindante con Pando), en el extremo norte de la región de Bení y bastante cerca de los hallazgos de Ranzi en esta zona binacional del Acre.
Los nuevos hallazgos sobre los geoglifos prueban que la zona de Acre fue un punto de encuentro cosmopolita entre la Amazonía oriental y las cordilleras de los Andes.
“Fue un gran centro cultural”, afirma la investigadora Susanna Hecht de la Universidad de Los Ángeles en California (Ucla), y agrega:”Parece increíble que justo ahora esté saliendo a la luz”
No obstante, las relaciones entre las regiones andinas y amazónicas habían sido descubiertas con anterioridad. Ya en la década de los 60, el famoso investigador John W. Murra señaló que los pueblos andinos – para asegurar su subsistencia, y para variar su monótona dieta – solían establecer enclaves en distintas partes de su hábitat. En la selva cultivaban hojas de coca, la planta medicinal esencial dentro de los ritos de los andinos. Además, la Amazonía los proveía de varios productos, como ajís picantes, madera etcétera.
“La Amazonía occidental fue la cuna de los grandes cultivos de hoy en día”, constata Charles R. Clement, botánico del Instituto Nacional de Investigación de la Amazonía en Brasil. Todos los indicios apuntan a que muchos de los cultivos más importantes en el mundo, como los cacahuetes y ajís picantes, el tabaco, cacao y casabe parecen haber tenido su origen precisamente en la Amazonía occidental.
Aportes de la Umss
Estos inmensos canales y receptores habrían sido obras maestras de ingeniería hidráulica desarrollada por los pueblos amazónicos, hoy en aislamiento voluntario.
En el célebre artículo “Los geoglifos revolucionan la historia de La Selva” publicado como un anticipo a la edición española del informe científico brasileño-finlandés,  Kirsi Cheas y Sivun Alkuun revelan que según los datos radiocarbónicos obtenidos por la Universidad de Helsinki, los geoglifos de Acre fueron construidos alrededor del año 1250d.C. “Sin embargo, los investigadores han encontrado restos mucho más antiguos en la zona, como campos elevados, canales de riego y balsas redondas, que pueden tener más de 4000 años de antigüedad”, sostiene el reporte.
Los geoglifos hallados por el equipo de Pärssinen, presentan pequeñas diferencias.
“Los grupos étnicos probablemente desarrollaron distintos sistemas de cultivo y riego en cada territorio, aunque existiera también una cooperación entre los mismos. Lo más probable es que esta colaboración pudo heber generado una extensa red social que abarcaba cientos de kilómetros en todas las direcciones y que se mantuvo activa durante siglos”, afirma Patricia Álvarez, investigadora de la Universidad de San Simón (Umss) en Cochabamba, cuyos académicos también participaron en las investigaciones del tema.
“De acuerdo con nuestra hipótesis, la Amazonía occidental fue una zona densamente poblada hasta el siglo XIV en la cual predominó una organización social heterárquica”, resume Martti Pärssinen y añade: ”Nuestros resultados son completamente contradictorios con los argumentos presentados por Betty Meggers y otros investigadores que han escrito sobre la historia y ecología de la Amazonía”.
La obra, “Amazonía. Man and culture in a Counterfeit Paradise”, de la arqueóloga Betty Meggers es uno de los libros más importantes escritos sobre esta temática. Según Meggers, los moradores de la Amazonía occidental no habían subsistido mediante una agricultura tradicional, y la ecología de la zona tampoco habría soportado el desarrollo de pueblos de más de mil habitantes.
La Amazonia primitiva no fue tan boscosa
La creciente deforestación que pone al descubierto estos vestigios, revela que hace diez mil años el territorio amazónico no tenía los bosques tupidos actuales.
 “Asimismo, nuestra investigación refuta la idea de que los pueblos amazónicos hubieran sido víctimas pasivas de las condiciones naturales. Los hallazgos de los geoglifos muestran que eran capaces de trabajar su hábitat y adaptarse a sus cambios”, enfatiza Pärssinena.
En todo caso, la construcción de geoglifos en una selva tan densa es difícil, por ello los estudiosos consideran la posibilidad de que la selva que actualmente cubre el área fuera, no hace tanto tiempo, mucho menos espesa que hoy día. “Los estudiosos no suelen tomar en cuenta las condiciones climáticas de la época”, señala Martti Pärssinen.
En efecto, las vidas de los pueblos altiplánicos dependían de la irregularidad de las estaciones secas y lluviosas. Asimismo, la abundancia variable de agua en la selva tropical hizo que los pueblos amazónicos tomaran medidas al respecto. En la zona de Beni, en Bolivia, evitaban la inundación de sus viviendas mediante la construcción de montecillos para sus hogares. Los pobladores de este tipo de archipiélago interior basaban sus dietas en pescado, naturalmente. Cuando bajaban las aguas, aseguraban que fluyeran a las represas.
Una de las construcciones de tipo geoglifo hallada en la Bolivia central había sido unida al río mediante un canal; al otro lado, se descubrió un pantanal. John Walker, antropólogo de la Universidad de Orlando y descubridor del geoglifo estima que el propósito del método era prevenir que se agotara el agua de la sabana durante las estaciones secas. “Es decir, parece que al menos una parte de estos sistemas tuvieron un motivo hidráulico.”
“Los campos elevados han estado en uso y en desuso entre los años 3000a.C. y 500d.C. Han sido productivos de manera escalonada, lo cual refleja un sistema dinámico y de larga duración”, afirma Clark Erickson, investigador de la Universidad de Pennsylvania.
“En los Andes, las sociedades son más fáciles de identificar, los árboles no ocultan las huellas de las culturas. Pero la Amazonía es una zona culturalmente tan rica como aquella. Sólo tenemos que buscar de una forma más exhaustiva”, acentua Sergio Calla, estudiante de la Universidad de San Andrés (Umsa) de La Paz y miembro del equipo de Erickson.
Según la hipótesis del equipo de Pärssinen, la productividad de la agricultura varzea de la Amazonía descendió en el siglo XIV. Como consecuencia de esto, pueblos enteros abandonaron sus campos de cultivo, emigrando hacia otros lugares. Los emigrantes más representativos fueron los miembros de los pueblos Guarani y Pano (de la cual son descendientes los Pacahuara de Pando, entre otros).
La aparición de fortalezas con influencias incaicas en las cercanías de la Amazonía reflejaría entonces los intentos de los incas de proteger su imperio de los intrusos que intentaban penetrar en su territorio.





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