Su identidad étnica está preservada por sólidos nexos familiares. |
Un pueblo que resistió a quechuas, españoles y norteamericanos, preservando su identidad incólume a pesar del secular y devastador coloniaje…
por Silvia Antelo Aguilar
Para los Ese Ejja, el sueño es la experiencia liberadora de la persona, que se expresa de noche en forma de murciélago, picaflor o búho. Son una etnia mágica cuyos miembros habitan la región amazónica aledaña a la frontera entre Perú y Bolivia. En Perú moran sobre las riberas de los ríos Madre de Dios, Tambopata y Heath, mientras que en Bolivia habitan las riberas de los ríos Beni y Madre de Dios, en Pando (provincia Madre de Dios), con algunas comunidades dispersas en las provincias Vaca Diez del Beni e Iturralde de La Paz.
Es una de las pocas etnias amazónicas que establecieron contacto con aymaras y quechuas durante el imperio incaico en su etapa de expansión, a la que resistieron adentrándose en los bosques profundos, muy pocos años antes de la conquista española.
Sus primeros contactos con el invasor español se produjeron en 1686, cuando misioneros franciscanos llegaron al territorio Ese Ejja en la parte superior del río Tambopata (Perú). En la parte hoy boliviana, el famoso padre Armentia los visitó a fines del siglo XIX (1887) en Ixiamas y Madidi.
Durante el auge de la goma, a comienzos del siglo XX, los Ese Ejja resistieron los avasallamientos del potentado Nicolás Suárez sometiéndose a la explotación de su fuerza de trabajo al igual que las otras etnias amazónicas, lo cual incidió en su sistemática reducción poblacional por enfermedades y asesinatos masivos.
A mediados del siglo XX, especialmente durante las dictaduras militares de Barrientos y Banzer, sufrieron la influencia aculturizante de los evangelistas norteamericanos que llegaron a través del Instituto Lingüìstico de Verano (ILVI) la Misión Nuevas Tribus, pero la fortaleza de la cultura amazónica se sobrepuso desde el momento en que los jefes Ese Ejjas usaron los métodos educativos impartidos por los norteamericanos en beneficio propio, explotando el bilingüismo.
Lengua ancestral
en vías de extinción
en vías de extinción
El periodista Javier Badani escribió hace algunos años, en La Razón, un excelente reportaje realizado en una comunidad Ese Ejja, destacando uno de los tesoros más preciados de esta nación originaria: su idioma.
“Nalga redonda, nariz aplastada, cara de su papá, lorito hablador... ¿Cuál de estos nombres elegiría usted para su hijo?” expuso el periodista a tiempo de examinar las formas lingüisticas ancestrales que aún conservan los Ese Ejja.
“Constituido por unas 5.000 palabras, el lenguaje Ese Ejja —proveniente de la familia lingüística tacana— pervive de la mano de los más jóvenes, como Cuo cuo. A sus 16 años, esta adolescente, que habla con dificultad el castellano, consta en los registros estatales como Marcia Santa Cruz. A pesar de ello, para sus amigos y sus familiares ella es simplemente Cuo cuo, que significa ‘Lorito’”, explicó Badani.
Como Cuo cuo, la mayoría de los Ese ejjas lleva plasmado en su nombre alguna particularidad de su apariencia física, que sirvió para nombrarlos después de su nacimiento. Otros, los menos, reciben su alias en honor al animal cuya carne se constituyó en el primer alimento de la madre luego del alumbramiento.
Por su parte Wigberto Rivero catalogó la riqueza piscícola de los Ese Ejja con sus nombres originarios: el bagre: jjoonojji, el carancho: cosi, chanana: jaitehue, dorado: jaioshe, pacú: ecabijje, palometa roja: huinoje, palometa blanca: huisa’ao, sábalo: sehua, raya: ibabi, simbado: bejjejji, serepapa: cacajji, sardina: chicha o toboco, surubí chico: jjonojjai y surubí grande: sahuea.
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