Gaby Vallejo con Mario Vargas Llosa, años 80'. |
La Literatura de Gaby Vallejo es aquella donde los libros sueñan lo que hay en ellos. Son libros que se transforman en los personajes de sí mismos, jugueteando, cuestionando y enseñando al lector cosas tan vitales como el respeto al género humano, la honradez cual bien social y la fraternidad cual condición previa al amor en toda forma…
por Wilson García Mérida
Hay en su narrativa una ternura intrínseca. Aun en sus cuentos eróticos. Y también un compromiso militante con la vida, porque Gaby Vallejo milita en la existencia humana en tanto acto de infatigable creación cotidiana; pues así es ella: incansable obrera de la palabra escrita y de un pensamiento labrado con fervor de mujer.
La Literatura de Gaby Vallejo es aquella donde los libros sueñan lo que hay en ellos. Son libros que se transforman en los personajes de sí mismos, jugueteando, cuestionando y enseñando al lector cosas tan vitales como el respeto al género humano, la honradez cual bien social y la fraternidad cual condición previa al amor en toda forma. Lo contrario es la guerra, el odio, la destrucción del ser y de su entorno. Así de fácil.
“Doña Gaby” —le dije un día recordando esa dramática frase de Sergio Almaraz—, “¿por qué somos los bolivianos una raza perdida de la mano de Dios?” Y ella me respondió con su proverbial simpleza para absolver tan complejas cavilaciones: “Porque estamos alejándonos cada día más de Dios”.
Nunca esperemos de Gaby Vallejo sentencias a lo Alcides Arguedas acusándonos de ser un pueblo enfermo. Como en “Hijo de Opa” (su novela taquillera, inspirada en su infancia tarateña), los enfermos son aquellos que sojuzgan al pueblo y lo engañan para edificar sobre su miseria y su humillación poderes contaminados por el virus de la psicopatía política, de la maldad, la corrupción y el egoísmo. Y el antídoto es el pueblo mismo. Un pueblo niño, un niño soñador, como debe ser.
Al igual que Adela Zamudio, Vallejo —también maestra— privilegia en su obra la educación de nuestros niños y jóvenes; escribe para ellos en gran parte de su producción literaria. Gaby Vallejo es pues la precursora de una Literatura Infantil absolutamente apta e indispensable para adultos.
Sus bellos cuentos infantiles —y toda su narrativa en general— que suelen ser ilustrados con el trazo de talentosas dibujantes como Ximena Claure y Grissel Bolívar, son alegatos éticos de gran penetración comunicativa; tal así que relatos como “Amor de Colibrí” (un clásico ya) y “Del Placer del Fuego” (de su último libro editado en Buenos Aires) han sido adaptados al teatro de títeres y a la danza moderna respectivamente; sin olvidar “Hijo de Opa” llevada al cine por Paolo Agazzi.
Durante sus casi cuatro décadas de escritora impenitente, Gaby Vallejo obtuvo incontables reconocimientos y galardones. Pero me emociona en particular el reciente premio que le confiere el Instituto Literario y Cultural Hispánico (Ilch), con sede en California, “por sus múltiples contribuciones a la literatura boliviana e hispanoamericana”. Este tributo que se le rendirá en agosto, en Asunción del Paraguay, ubica a la escritora boliviana en el sitial que le corresponde junto a otros galardonados latinoamericanos del Ilch como Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos, Elena Poniatowska, Josefina Pla y Alfredo Bryce Echenique.
Gaby Vallejo junto a Xavier Jordán y otros artistas e intelectuales durante el acto de fundación del Foro Cultural de Cochabamba en febrero del 2006. |
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