viernes, 8 de julio de 2011

Chile se convierte en el nuevo atractivo migratorio

Migrantes en el comercio ambulante de Santiago de Chile.

Los inmigrantes  residentes se duplicaron en una década en Chile. El proceso no tiene marcha atrás y el multiculturalismo está cambiando la vida de los chilenos en ámbitos tan cotidianos como la revitalización de algunos barrios y tan profundos como la manera de entender el trabajo.
Un país tranquilo, seguro, emergente, con proyección social y económicamente bien posicionado, es el eslogan que Chile proyecta al mundo y que lo ha convertido en un nuevo polo de inmigración en la última década.
Según el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior de Chile, hoy existen 369.436 extranjeros en el país vecino. La cifra duplica lo que catastró el Censo de 2002. Del total, el 37% son peruanos, el 17% argentinos, el 7% bolivianos, el 5% ecuatorianos y el 4% colombianos. También hay un 3% de españoles, 2,7% norteamericanos y 1,8% alemanes. La población china no alcanza el 2%, pero registra un incremento explosivo en esta década: de 1.653 en 2002, a 5.208 el año pasado. Los dominicanos podrían llegar a mil en el próximo Censo (eran sólo 281) y los haitianos suman 211. El mayor crecimiento lo registran los colombianos que han aumentado su presencia en 252%.
Los chilenos: conviven a diario con extranjeros y ya no les llama la atención un acento distinto. Pocas veces reparan que hay más inmigrantes de los que solía haber en su trabajo o en su barrio, pues su experiencia con los inmigrantes y su inclusión en la sociedad es reciente.
Muchos barrios donde se han asentado extranjeros se están revitalizando con locales comerciales, como en sectores del centro de Santiago o Independencia. Algunas investigaciones dicen que la diversidad cultural fomenta la creatividad, lo que se vive a diario en agencias de publicidad que "importaron" cerebros argentinos. En los colegios los niños que comparten con peruanos o colombianos ven mejorado su nivel de vocabulario por el sólo hecho de que les llamen la atención algunas palabras. En algunas empresas, la presencia de ciudadanos orientales ha provocado que los chilenos incorporen su metodología de trabajo.
Es decir, hay una suma de efectos positivos que están ahí, pero que hace unos años era imposible detectar. "Es por una tendencia a mirar la migración desde la ignorancia, el temor e incomodidad", explica Ricardo Jiménez, sociólogo y profesional de la ONG Pro Andes. Pero esa mirada reticente está cambiando: si en 2005 seis de cada 10 chilenos percibía que el inmigrante era una amenaza para que el chileno consiguiera trabajo, en 2010 se redujo a 52%, según la encuesta Icso-UDP.
Gastronomía como aperitivo
Cada sábado y domingo, el colorido de las banderas de distintos países del pasillo Sabores del Mundo del supermercado Tottus atrae a chilenos y extranjeros. La gente que lo conoce busca principalmente ingredientes tai y de comida peruana. Los que se detienen por primera vez toman frascos, leen etiquetas y se atreven con un par de cosas en su carro. "Es un pasillo que se ha potenciado con el tiempo", dice Rodrigo Gatica, jefe de local. Que Chile se esté convirtiendo en un polo de inmigración queda retratado en muchos ámbitos. Tal vez el más obvio es la gastronomía. Hoy, en una misma calle se puede encontrar una variada carta internacional.
Menú Express, un delivery que ofrece servicio a domicilio, incorporó en la última década la comida árabe, peruana y la japonesa, pero pretende seguir abriendo la carta. "En el último año han preguntado mucho por comida vietnamita, tailandesa y china autóctona, no el sucedáneo que nosotros conocemos como comida china", cuenta Claudio Cárdenas, ejecutivo de la empresa. ¿Cuál es la importancia de la gastronomía? Que es el mejor aliado para entrar en contacto con otra cultura, porque cumple un rol en cómo los chilenos se adaptan a esta convivencia con los extranjeros".
La gente tiende a generar estados emocionales más favorables cuando hay contactos con aspectos positivos de otra cultura", explica Roberto González, profesor de la Escuela de Psicología y vicerrector académico de la Universidad Católica. La buena mesa echa por tierra factores negativos, como los prejuicios.
Una masa importante de extranjeros que llegó al país ya dejó atrás la fase inicial del proceso migratorio, donde llegan solos, envían remesas a sus países cuando les comienza a ir bien y es más común que vivan el proceso desde la asimilación, cuando dejan en segundo plano sus rasgos culturales, para incorporarse a la sociedad y a su trabajo, explica la Dra. Daisy Margarit, investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. Alberto Hurtado. En la siguiente etapa viene la agrupación familiar. Una vez instalados, traen a la pareja, a los hijos o forman su propia familia y se empieza a configurar su asentamiento. Es la etapa donde su identidad se fortalece y la ponen en juego con el vecino, el compañero de trabajo y sus redes. En eso están, principalmente, los peruanos y argentinos.