Magda Rosa Chao llegando a Cobija para cobrar su bono Juana Azurduy.
Foto Silvia Antelo Aguilar
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Lo que preocupa a los médicos de Pando es el alto riesgo de mortalidad que conlleva esta realidad. “Recientemente murió una niña gestante de 15 años a la que no pudimos salvar por falta de mejor equipamiento”, lamentan…
por Silvia Antelo Aguilar
Se llama Magda Rosa y apellida Chao Chamaro, cumplió 17 años en septiembre del 2011, nació en 1994, y asume la vida con una responsabilidad que no elude, al llevar en brazos un bebé que dio a luz con cesárea, como la mayoría de niñas y adolescentes de la amazonía boliviana. “Fue muy doloroso el parto, pero me trataron bien en el Hospital de Cobija”, dice la niña madre que llegó a esta ciudad para cobrar su bono Juana Azurduy de Padilla.
Vino desde su comunidad de “Siete Leguas”, en el municipio de Puerto Rico, donde su esposo, un muchacho de 17 años, “se quedó trabajando en la zafra”, dice. Su pueblo está a orillas del Madre de Dios, donde colindan los Tacana, Cavineños y Esse Ejas, principales naciones originarias de Pando, además de los Pacahuara y los Machineri-Yaminahua que ya han sido invadidas por la "civilización", conviviendo con colonizadores agrícolas y empresarios madereros y de otros rubros, además del Estado prebendal que, rompiendo su aislamiento voluntario originario, han generado condiciones de extrema vulnerabilidad entre estos pueblos, especialmente en lo concerniente a la salud materno-infantil.
Madres-niñas en Pando
Magda, una heroica madre adolescente.
Foto Silvia Antelo Aguilar
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La maternidad prematura, aunque para los ojos occidentales resulte una “anomalía”, es una realidad propia de los pueblos indígenas amazónicos donde la libertad sexual se ejerce sin pecado ni violencia. Sin embargo, es un problema de protección que debe abordarse sin prejuicios morbosos, ya que la falta de una adecuada atención médica y el debilitamiento de la medicina natural a causa del “progreso”, agrava la vulnerabilidad de estas jóvenes madres.
Según registros de Control Prenatal del Hospital Roberto Galindo Terán de la ciudad de Cobija, en Pando, hasta octubre del 2010 se atendieron 55 embarazos en mujeres menores de 20 años, en su mayoría provenientes de las comunidades indígenas.
Riesgos que merecen
mejor atención
En agosto fue atendida una niña de 12 años, y durante el año dieron a luz dos niñas de 13 años, cinco de 14, cinco de 15, seis de 16 años, once de 17, catorce de 18 y once de 19 años, con elevada tasa de partos por cesárea.
Cabe señalar, según testimonios del personal médico, que en todos los casos la maternidad fue consentida, pues los padres son también adolescentes. “No son muy frecuentes casos de maternidad entre estas muchachas a causa de violación, como en otras partes del país. Es evidente que ellas llevan una vida sexual, aunque prematura, normal”, sostienen.
Sin embargo lo que preocupa a los médicos de Pando es el alto riesgo de mortalidad que conlleva esta realidad. “Recientemente murió una niña gestante de 15 años a la que no pudimos salvar por falta de mejor equipamiento”, lamentan.
La generosa Madre Naturaleza entre los pueblos en aislamiento voluntario.
Foto archivo Sol de Pando
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La maternidad es libre y sana en la selva amazónica.
Foto archivo Sol de Pando
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