lunes, 11 de abril de 2011

Bose Yacu | Semblanza de una bella mujer

Bose fotografiada en 1973 cuando fue "trasladada" junto con su
familia a Puerto Tujuré, en el Beni, desde el río Negro en Pando.

Bose en el 2009, cuando retornó a Pando junto a su
reducida familia reclamando el territorio de sus ancestros.

Durante las expediciones realizadas por el padre Francisco Xavier Negrete entre 1795 y 1800 buscando “infieles” Pacahuaras para concentrarlos en las misiones evangelizadoras de entonces, fueron varios los “traslados” de grupos que aceptaron seguir al buen fraile que ofrecía bautizarles y vestirles, labor en que Negrete se decepcionó porque los indígenas “reducidos” volvían a la selva para desnudarse nuevamente en vista de que el Dios cristiano del “carayana” ponía mucho sufrimiento y humillaciones en el camino hacia la felicidad prometida.
En el ir y venir recurrente de los sacerdotes evangelizadores (primero los jesuitas con violencia y los franciscanos luego con más compasión), a los indígenas bautizados se les cambiaba el nombre, contra su voluntad, y así surgieron los “Pedro José”, “Miguel Ángel”, o las “María del Pilar” y “Micaela”, suplantando la identidad de los Yami, Yari, Bona, Buca y Coya, o de las Toy, Guani, Rami, Huani, Bahí y Busi (que hoy se castellanizó como Bose).
Los Pacahuara son una de las pocas etnias amazónicas que logró conservar, además de sus ritos y atuendos ancestrales, sus nombres originales, que habitualmente les sirven también como apellidos.
Y aquí la tenemos a Bose Yacu.
Siempre sonriendo como manda su religión estoica, Bose Yacu fue “avistada” entre septiembre y octubre del año 2009 en la zona del río Negro, provincia Federico Román, Pando, junto a su esposo-primo Buca Yacu (los Pacahuara son una tribu nómada que todavía practica la endogamia), cuando ambos se contactaron con la Central Indígena de Pueblos Amazónicos de Pando (Cipoap) reclamando su territorio ancestral en esa zona.
Cinco años atrás, en agosto del  2004, periodistas del diario El Deber de Santa Cruz la habían encontrado en la reservación Chácobo-Pacahuara en el Alto Ivón, Beni (cerca a Riberalta) a donde en la década de los setenta, durante el gobierno militar de Banzer, habían sido “relocalizados” por obra de una misión evangélica norteamericana, en similar tentativa a la de los curas católicos en los siglos XVIII y XIX.
Fue la segunda vez que El Deber había fotografiado a tan hermosa mujer originaria después de 24 años. La primera fue en 1980.
“Bose Yacu es la última Pacahuara que conserva rasgos de su cultura original. Ella es hija de la única familia que sobrevivió a la masacre ocasionada por siringueros, a orillas del Río Negro (Pando), a mediados del siglo pasado”, decía aquella excelente crónica de El Deber.
Bose utiliza los dedos de las manos para contar que, cuando emigraron al Beni, eran nueve los miembros de su familia. El Deber contó once miembros en el 2004.
Es la única Pacahuara que mantiene la nariz perforada, por donde atraviesa una tacuara pequeña que lleva dentro una pluma roja de tucán y se sigue cortando el pelo tal como lo hacían sus antepasados (con cerquillo). “Ella y su marido no tienen descendencia, habitan una rústica choza y crían a Shinu, una mona, además de cuatro perros visiblemente desnutridos y enfermos”, reveló la crónica.
La Pacahuara no supo explicar los motivos por los que no procreó hijos. Pero los estudiosos de las culturas indígenas tienen una interpretación a este tipo de casos.
El antropólogo Juergen Riester, que estudió a los guarasugwe (otra etnia en extinción), sostiene que “los indígenas, en momentos de desesperanzas, dejan de reproducirse por voluntad propia”.
“Es una etnia en franca extinción, su futuro está en riesgo. No pueden reproducirse porque son muy pocos”, advirtió por su parte el antropólogo Wigberto Rivero y explicó que para que un grupo originario garantice su reproducción normal, requiere tener como mínimo 150 habitantes; y no es el caso.
Las fotos de la bella Pacahuara
Bose Yacu fue fotografiada por primera vez en 1973 por miembros de Centro Argentino de Etnología Americana en Puerto Tujuré, Beni; aquella imagen inédita apareció publicada en el libro del Instituto Misionológico sobre las expediciones del Padre Negrete (2009). Transcurridos siete años de aquel primer “contacto fotográfico”, en 1980 (arriba) Bose fue fotografiada en una imagen referida por El Deber, cuyos periodistas la encontraron 24 años después fotografiándola otra vez (abajo), en la “reducción” indígena Chácobo-Pacahuara instalada en Alto Ivón, Beni, por evangelsitas norteamericanos durante la dictadura militar de Banzer. Bose fue vista viviendo en una miserable aldea con su esposo y otros 9 pacahuaras. La indígena no quiso tener descendencia y abandonó su residencia chácobo. Los Chácobo son una etnia emparentada de los Pacahuara por la raíz común de su lengua: el Pano. Hoy Bosé deambula con su reducida familia sobre las orillas del río Negro, en Pando, intentando volver al territorio originario de sus ancestros de donde fueron obligados a huir ante la persecusión de madereros y siringueros furtivos que los exterminaban, hace casi 40 años. Finalmente en septiembre del 2009, el fotógrafo e investigador Carlos Arce Delgado capturó su imagen de venerable anciana en Puerto Tujuré.
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