lunes, 21 de noviembre de 2011

EDITORIAL | Pacahuara: Nación sin Territorio

Y nos percatamos que la ilegal confiscación que sufrió nuestra edición #22 en julio fue motivada no solo por la información casi superficial sobre los negociados familiares del Gobernador, sino principalmente por varias notas contenidas en esa misma edición sobre la negligencia y mediocridad (acaso corrupción) del Inra y de la ABT —inducidas desde el Ministerio de la Presidencia en el 2008— al sanear sobre territorio Pacahuara unas concesiones madereras que, a la luz de la Constitución, nunca debieron ser saneadas…

De pronto fue desatada una sañuda estrategia para liquidar el proyecto periodístico Sol de Pando, y el motivo que nos puso en constante vilo fue el hecho de habernos comprometido con la causa de la Nación Pacahuara, originaria de Pando pero inexistente ya en este Departamento.
Acaso fue una causa perdida a la que empero nos adscribimos guiados por una verdad histórica inobjetable: paramilitares del dictador Banzer exterminando en 1974 a los principales líderes pacahuaras, asesinándolos, para desterrar al pueblo sobreviviente a una “reservación” beniana en Puerto Tujuré (Riberalta). El pródigo territorio Pacahuara así vaciado, hace 37 años, quedó a merced de empresarios madereros entonces ligados a la dictadura militar.
El advenimiento constitucional del Estado Plurinacional  —es decir un Estado integrado por las 36 naciones que conforman con sus territorios el entramado intercultural y multilingüe de Bolivia—  nos hacía suponer que el Gobierno revolucionario revertiría el etnicidio que inició Banzer, creando un nuevo Parque Nacional en Pando para devolverles su territorio originario a los Pacahuara desterrados y a sus parientes que optaron por el aislamiento voluntario internándose en los bosques que orillan el Río Negro. Nos alineamos en esa perspectiva y el resultado es que Sol de Pando sufrió un virulento sabotaje comercial desde las propias esferas gubernamentales, además de una cobarde campaña pretendiendo desprestigiarnos con estigmas de muy mala fe.
El corolario de esa conducta soberbia y fascista de aquellos a quienes habíamos considerado aliados en la lucha por la verdad (pues la verdad es revolucionaria y reaccionaria la mentira, como dijo el Che), fue la ilegal incautación y quema medieval que sufrió nuestra edición #22 en julio. Y nos percatamos que aquel atentado contra nuestra Libertad de Prensa fue motivado no solo por la información casi superficial sobre los negociados familiares del Gobernador, sino principalmente por varias notas contenidas en esa misma edición sobre la negligencia y mediocridad (acaso corrupción) del Inra y de la ABT —inducidas desde el Ministerio de la Presidencia en el 2008— al sanear sobre territorio Pacahuara unas concesiones madereras que, a la luz de la Constitución, nunca debieron ser saneadas. Aquellas notas eran la reiteración de varias otras con que veníamos exigiendo aclaraciones oficiales sobre el tema. Incluso habíamos interpelado públicamente a la empresa Mabet exigiendo se pronuncie; pero como todo estaba “bajo control” en manos de cierto “innombrable”, fuimos tan ninguneados como los Pacahuara.
Un joven político cochabambambino entendió el asunto con lucidez, interpretando correctamente ante la opinión pública nuestro Editorial anterior, y entonces el “innombrable” se quedó enredado en su cuerda floja. Debido a ello la empresa Mabet no dudó en buscarnos, sin pedir permiso a nadie, y sólo así fue posible la entrevista (ver separata Datos & Análisis en esta edición) que completa el ciclo informativo que iniciamos contra viento y marea en febrero de este año.

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