La Gobernación de Pando, cuando fue Prefectura durante gestiones neoliberales, estuvo en el centro de la tormenta al ser observada por ostensibles manejos prebendales. Una tendencia corrupta recurrente en dichas administraciones fue el ostentoso cuadro de nepotismo que convirtió la gestión regional en pingue negocio para entornos familiares de los jerarcas de turno.
El nepotismo es la más inmoral de las formas de corrupción en la administración pública boliviana, que aún estamos heredando del viejo régimen prebendal. Es esa cultura de mezclar obscenamente los intereses familiares, que pertenecen a la esfera privada, con los intereses colectivos que pertenecen a la esfera pública.
Cuando un servidor público entromete su interés particular, familiar, con su específica función pública, se dice que ese funcionario es corrupto, además de ineficiente, y debe ser denunciado ante la comunidad y sancionado por la Contraloría.
Esta perversa forma de corrupción tuvo su auge durante las dictaduras militares, en especial la del general Banzer, en cuyo gobierno los sobrinos de la “primera dama” se constituyeron en una corrupta élite gobernante tomando control de entidades “lucrativas” como Ypfb, la Aduana, Impuestos Internos, etcétera.
Los gobiernos del MNR, MIR, ADN, NFR y UCS “perfeccionaron” los mecanismos del nepotismo instituyendo “palos blancos” para enriquecer a los familiares de los gobernantes mediante “contratos externos” y otras formas de prebenda solapada, burlando normas modernas como el Estatuto del Funcionario Público (que regula vínculos entre los gobernantes y sus familiares según escalas de consanguinidad) y la Ley Safco, ambas vigentes.